miércoles, 27 de abril de 2011

El cierre de la última fábrica de máquinas de escribir



Ayer 26 de abril, se dió a conocer el cierre de la fábrica india Gondrej and Boyce, última usina dedicada a la producción de máquinas de escribir.



Sin duda con este acto se cierra un periodo de la historia moderna y con él una forma de producción y de relación entre trabajadores y máquinas. Para escribir en tales artefactos se necesitaban una serie de conocimientos y habilidades; desde contar con buena ortografía hasta mantener la concentración para que no se corrieran los párrafos o se mancharan las hojas.



Al igual que la máquina de coser, la máquina de escribir se asoció primeramente a la labor femenina, dado que su producción se dedicaba a eficientizar las labores en oficinas y entre las nuevas trabajadores de las oficinas, es decir las secretarias. No podemos dejar de lado que la máquina de escribir está ligada a la historia del feminismo y de la incorporación de la mujer al trabajo asalariado, transformando su relación con la educación (por ejemplo masificando la enseñanza de la escritura y la lectura) abriendo espacios intelectuales y cultivando la escritura, actividades traducidas en una politización más activa y la defensa por sus derechos sociales y políticos, tal y como lo documentó el movimiento feminista a finales del XIX e inicios del XX.



De igual manera, la máquina de escribir originó otra actividad muy moderna: el periodismo. Con el invento de Sholes y Remington de 1868, se exponenció la posibilidad de escribir notas y artículos haciendo de los diarios y revistas publicaciones cada vez más periódicas y con una mayor cantidad de información, hechos que a la larga transformarían a las sociedades decimonónicas constituyendo la opinión pública.



Con éstas historias preservamos la memoria de la humanidad y el recuerdo de una máquina que transformó su época y sigue impactando en nuestros días.

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